Julien Sorel, el protagonista de esta novela, es uno de los
mayores antihéroes de la literatura moderna. De familia pobre, aunque heredero
de una ambición más bien napoleónica, Julien intenta abrirse camino como
ayudante de cura (para lo cual simula ser un hombre piadoso, aunque sólo recita
la Biblia de memoria para impresionar a los demás), luego como sacerdote y, más
tarde, con un matrimonio de conveniencia. Aparentemente dispuesto a decir y a
hacer cualquier cosa por medrar, Julien resulta casi entrañable en el marco de
la sociedad en que le ha tocado vivir, esa serie de castas que tan bien ha
sabido retratar Stendhal y que, de espaldas a Julien, sin embargo han decretado
no sólo sus deseos, sino lo que debe hacer para cumplirlos y, posiblemente, su
fracaso.
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